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Lideramos la lucha contra el fraude corporativo: cómo todas las empresas pueden integrar la transparencia

Con los delincuentes proliferando en las sombras de la economía global, arrojar luz sobre las entidades legales involucradas en transacciones transfronterizas es un requisito fundamental para restablecer la confianza. Incluso para las organizaciones más pequeñas, esto constituye una oportunidad convincente para hacer de la transparencia una prioridad estratégica y combatir el riesgo impulsando la identificabilidad de las entidades legales en los mercados globales.


Autor: Alexandre Kech

  • Fecha: 2024-10-01
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La escala, la sofisticación y el impacto del fraude corporativo han alcanzado niveles sin precedentes en todo el mundo.

Según la Evaluación mundial del fraude financiero de Interpol para 2024, «el fraude financiero ha aumentado y se ha diversificado significativamente [y] constituye una amenaza generalizada y global». Aún más preocupante es la expectativa de que «la magnitud del fraude financiero crezca a la par de los avances tecnológicos y la expansión de los servicios virtuales en todo el mundo». El Nasdaq estima que en 2023 fluyeron por el sistema financiero global al menos 3,1 billones de dólares de fondos ilícitos, por lo que incluso las organizaciones más diligentes se verán afectadas.

Los peligros potenciales son numerosos. Puede que las organizaciones inviertan en una operación fraudulenta. Puede que, durante una fusión o adquisición, se herede de manera involuntaria un aspecto delictivo oculto. O, sin saberlo, puede que se apueste por un proveedor que infringe las leyes en materia de protección laboral o medioambiental.

Dejando de lado el coste y el impacto del fraude en sí, las organizaciones deben lidiar con crecientes obligaciones de cumplimiento normativo y con la amenaza de sanciones financieras —además de daños a la reputación— si se identifica algún error regulatorio. También se producen costes de oportunidad incalculables cuando las organizaciones evitan inversiones, acuerdos y proveedores que parecen demasiado arriesgados o turbios a primera vista.

Aunque de manera menos evidente, los altos niveles de fraude también erosionan la confianza entre organizaciones contrapartes, en particular, a escalas transfronteriza e interjurisdiccional, lo que obstaculiza la innovación e impide el crecimiento económico que las sociedades necesitan para prosperar.

La causa fundamental de estos problemas surge de una falta fundamental de transparencia e identificabilidad en el mercado global. Un informe de PWC, por ejemplo, concluyó que es «muy común» que incluso empresas multimillonarias que cotizan en bolsa tengan solo una información incompleta sobre sus proveedores. El impacto de esta opacidad se extiende a todos los niveles de la comunidad empresarial mundial, y se evidencia en deficiencias en la gestión de riesgos, la eficiencia operativa entre contrapartes y, lo que es más importante, también en la supervisión regulatoria.

Dada esta creciente necesidad de transparencia e identificabilidad globales, existe un creciente impulso en la industria para el uso del Identificador de Entidad Legal (LEI) y su contraparte digital, el LEI verificable (vLEI), en ecosistemas transfronterizos.

Todas las entidades legales pueden obtener un LEI, un código único y normalizado a escala mundial que permite a cualquier persona, en cualquier parte del mundo, confiar en que su titular es quien dice ser. El resultado es una disponibilidad sin precedentes de identidades corporativas verificadas, con información detallada sobre las estructuras de propiedad y las relaciones con dependientes de las entidades legales de cualquier lugar. Esta disponibilidad abierta ayuda a todas las partes interesadas a «atar cabos» y garantizar la identificación precisa y sistemática de las entidades legales a lo largo de todo el ciclo de vida de las transacciones con contrapartes en todas sus formas, incluidos los pagos, las relaciones de la cadena de suministro y las obligaciones medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG).

Sin embargo, aún persisten lagunas en materia de identificabilidad. Si las entidades de una estructura corporativa no se comunican o se vuelven obsoletas, por ejemplo, la capacidad de evaluar el riesgo e identificar la naturaleza delictiva se retrasa, en el mejor de los casos. En el peor de los casos, se inhibe.

Afortunadamente, la tarea de salvar esas carencias no implica costes elevados, grandes cantidades de tiempo ni un gran volumen de recursos. Sin embargo, requiere compromiso. La realidad de la lucha contra los delitos financieros es que requiere que todas las empresas demuestren transparencia. Esto comienza con las empresas que hacen de la confianza una prioridad, velando por que sus datos de identidad corporativa no solo estén fácilmente disponibles, sino que también sean precisos, actuales y completos.

A cambio, cada organización recibe las credenciales de identidad necesarias para acceder a las relaciones de inversión, financiación comercial y cadena de suministro que permiten su plena participación en la economía digital global, con la seguridad de que sus operaciones y su reputación estarán respaldadas por una base de confianza contrastada y reconocida a escala global.

Promoción de la transparencia con la Policy Conformity Flag

En reconocimiento de esta oportunidad, el Comité de Supervisión Regulatoria (ROC) y la GLEIF han reafirmado su firme y constante compromiso con fomentar las renovaciones del LEI y promover la presentación de informes actuales y completos con datos de referencia de la entidad legal abiertos, normalizados estandarizados y de alta calidad.

La Policy Conformity Flag se lanzó para brindarles a los usuarios de datos globales una señal visual sencilla y clara que indique si un registro de LEI concreto está actualizado y es completo, con indicación de las relaciones. Poseer un LEI con un estatus de «conforme» ofrece diversas ventajas tanto a cada organización como al conjunto del ecosistema.

Una organización con un LEI conforme indica claramente que es fiable y digna de confianza, y que está totalmente comprometida con la transparencia. Desde un punto de vista práctico, esto facilita las operaciones comerciales al demostrar a las organizaciones contrapartes que su LEI se puede utilizar para automatizar y agilizar los controles de diligencia debida, la incorporación y gran cantidad de procesos comerciales.

Una mayor precisión e integridad en los informes de datos también significa que se pueden detectar interconexiones entre entidades legales y que los conjuntos de datos críticos se pueden compartir y combinar de manera más eficiente. Solo sobre la base de estos datos de alta calidad, los análisis avanzados actuales pueden identificar con precisión riesgos ocultos del mercado y revelar las complejas redes delictivas utilizadas para ocultar y perpetuar el fraude.

También proporcionan una forma sencilla y elegante para que las entidades legales de cualquier lugar garanticen el cumplimiento técnico con más de 200 regulaciones en todo el mundo que hacen referencia al LEI.

En conjunto, estas ventajas prometen reforzar significativamente la confianza y la transparencia en el mercado global. Cada vez que se utiliza el LEI en un nuevo caso de uso de identificación empresarial, el valor que se brinda a todos los participantes del ecosistema aumenta y el mundo da un paso más hacia el logro de la visibilidad y la trazabilidad universales necesarias para eliminar la delincuencia corporativa.

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Sobre el autor:

Alexandre Kech es el Director General de la Global Legal Entity Identifier Foundation (GLEIF).

Antes de unirse a la GLEIF, Alexandre Kech fue Director de Valores Digitales en SIX Digital Exchange. Como miembro del Comité Ejecutivo, Alex ostentaba responsabilidad ejecutiva plena sobre la vertical de Valores Digitales, incluidos la gestión de ventas y relaciones, el desarrollo de productos, el diseño empresarial y la expansión del ecosistema.

A lo largo de los últimos 25 años, Alex se ha labrado una excepcional trayectoria que combina finanzas en BNY Mellon, infraestructura y estándares de pagos/valores en SWIFT, y blockchain y activos digitales en Onchain Custodian (ONC) y, más recientemente, Citi Ventures. Como cofundador y director general de ONC, Alex estuvo al frente del equipo de Singapur y Shanghái que desarrolló desde cero servicios de custodia y corretaje preferente para criptomonedas y otros activos digitales. Como director de Blockchain y Activos Digitales en Citi Ventures, formó un equipo que permitió al ecosistema europeo participar en casos de uso emergentes para tecnologías blockchain y activos digitales.

Alex también participa en iniciativas sectoriales y de normalización. Como coordinador del grupo de trabajo ISO TC 68 / SC8 / WG3, autor del Identificador de token digital (DTI) ISO 24165, es miembro del Comité Asesor de Productos de la Fundación DTI. Recientemente, también ha desempeñado el cargo de copresidente del grupo de trabajo sobre custodia de Global Digital Finance (gdf.io).

Alex es graduado en traducción y MBA ejecutivo por la Quantic School of Business and Technology al tiempo que creaba Onchain Custodian, poniendo en práctica la teoría en tiempo real.


Etiquetas para este artículo:
Identificador de Personas Jurídicas (IPJ), Global Legal Entity Identifier Foundation (GLEIF), Datos Abiertos, Identidad digital